jueves, 6 de diciembre de 2012

El sueño de volar

Cambiar el suelo por el cielo. Hacerlo y que el corazón bombee para llenar de vida hasta el último de tus rincones.

Dejar que tu imaginación vuele, junto a ti, sobre esas nubes blancas y espumosas.

Hacer de la caída un baile, mostrando cuán bello puede ser este deporte.

Estirar las piernas, alzarlas para llegar más arriba aún, como una patinadora que envuelve su cuerpo mientras traza un dibujo en el hielo.

Hallar infinitas posibilidades. Tu mente las crea, tus músculos juegan con ellas. Sólo tienes que saltar.

Tener la pose del gimnasta y la gracia del bailarín, que abusa de su flexibilidad dentro o fuera del agua.

Dar vueltas infinitas sin perder el eje, buscando siempre el horizonte que espera al final de tu rutina.

Sentir la soledad entre tus dedos, esa que siempre aparece para ponerte a prueba.

Rendir homenaje a la cámara y al portador silencioso que da sentido a tu danza.

Abrir los brazos, caer con tus muslos sobre el viento. Clásico.

Soñar con volar como también lo hizo Da Vinci.

Bailar sin escrúpulos y hacer de ello lo que quieres que sea.

Abrazar la libertad.





Freestyle 2012 vs. 1992