jueves, 11 de octubre de 2012

Amas la vida


Amas la vida
a ella te aferras
Como un impulso
evitas la huida
casi sin saberlo
Y no te dejas

Tu mente espera
tu cuerpo aguanta
Párpado que cae
otra vez se levanta

Crees que merece la pena
respiras, respiras
Es lo único que te queda
No hay dolor
No hay heridas
Sólo unos años a cuestas
Amas la vida
a ella te aferras

lunes, 8 de octubre de 2012

Música y ruinas

En realidad el amor por lo viejo solo cobra sentido al entrelazarse con la maraña de vida de un tiempo presente. En ocasiones una se lo encuentra por casualidad, entre las prisas del día, y nota como la emoción la inunda ante la fortuna de haberlo descubierto. Hay que reconocer que otras veces se sale a buscar con toda la intencionalidad que se puede reunir. No resulta muy difícil en este Madrid incansable.
Es ante un martes que amenaza rutina que me lanzo a evitarlo. Una fresca noche de octubre que me concede un rincón sólo para mí. Lo cierto es que hay más gente, pero yo cierro los ojos y los hago desaparecer sin remordimientos.

 Alegría esboza unos acordes en un patio interior, de esos contemporáneos, de líneas rectas e industriales. Que si acero y madera, que si cristal y cemento. Vale, sin problema. Me servirá de contrapunto, lo que decíamos antes. Alegría ya no esboza, ahora pinta sublime sobre un escenario mínimo. Es curioso eso de llamarse alegría y tocar el violonchelo, que más que hablarte te llora. Abre con Casals y Bach, es entonces cuando el roce de las cuerdas me retuerce y me eleva, lentamente. Ahora Falla y Schubert, y muchos otros que tanto nos dejaron. Y es ella quien me los recuerda detrás del instrumento, abrazándose a él y enseñándome el motivo de su pasión.



En el descanso aprovecho para escudriñar el espacio. La actual sede del Colegio de Arquitectos me sorprende con un vestigio que, sin ser especialmente bonito, me resulta conmovedor. En una de sus caras, la fachada de la calle Hortaleza, se erigen las tres puertas de la iglesia que allí existió, la de las escuelas Pías de San Antón, antiguo hospital de leprosos. Elijo mi preferida y me detengo en su cuarteado, huellas que el tiempo ha dejado en su tez. Hago lo mismo con
los escalones de acceso, desgastados por un uso ya olvidado. Me pregunto cuántos pasos se darían, y qué buscarían en ese lugar.




Alzando la vista me da por pensar qué maravillas no me estaré perdiendo por no hacerlo más a menudo.


 El chelo de Alegría suena de nuevo y yo vuelvo a ella. Sigo a esa música que sabe a ruinas. Sonidos que aparecieron precisamente en la misma época en la que se levantaba esa iglesia. Hoy, delante de mis narices, han vuelto a reunirse.


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 Si quieres más...


- De cómo lo viejo se mezcla con lo nuevo. Chelo y Metallica

http://www.youtube.com/watch?v=Yg9mzGocps8

- De ese que llora



-  Del dibujo y el artista


 - De esa iglesia